Tras el canto de las chicharras
Una alarma latente impuesta por la ley de la naturaleza
Seguro, más de una vez, habrás escuchado en tu casa, trabajo o simplemente de paseo en cualquier parte, el sonido persistente de una chicharra, una alarma impuesta por la ley de la naturaleza, que anuncia lluvia, amor o muerte. En el mes de junio, y aunque parezca extraño, su singular sonido no ha parado en nuestra ciudad, sino que se ha extendido a cada rincón de Caracas. Pero, ¿qué se esconde tras su canto? ¿Quiénes son ellas?
Las chicharras son insectos que viven en los árboles, tienen un cuerpo robusto maravillosamente teñido de amarillo, naranja, rojo, negro y hasta pardo; el juego de colores y sus lentos movimientos le permiten camuflarse entre la vegetación. Son inofensivos, poseen cuatro alas, seis patas y, además, son llamativos y hermosos.
Es interesante notar cómo a las chicharras se les atribuye un origen humano. En nuestra tradición nacional, se cree que nacen como el hombre desde la tierra. y así dice la chacarera: "como el coyuyo (chicharra en quichua) cantor que nace desde la tierra". Desde niños hemos aprendido que a las cigarras (chicharras) no se las mata, sino hay que dejarlas que canten hasta que se pase el calor. Así pues, las cigarras, que no son otra cosa que hombres que olvidaron su propio cuerpo, "sin acordarse de comer y beber", nos incitan con su canto a la investigación.
En nuestro contexto latinoamericano es común escuchar conversaciones como esta: "Marta, ¡ya comenzó la Semana Santa!", dice la abuela a su nieta, y ésta responde: ¿cómo así, si apenas la acabamos de dejar?
En realidad, el canto atribuido al anuncio de la Semana Santa no es más que una melodía de amor que sólo el macho puede realizar invitando a la hembra a copular. Existe la creencia que en la cabeza de estos insectos se encuentran los tres clavos de Cristo. El entomólogo Menjívar Rafael, los describe como unos diminutos órganos de visión rojizos llamados ocelos. Con ellos, las cigarras pueden medir los cambios en la intensidad de la luz del ambiente.
Para diferenciar formas y movimientos, cuentan con un par de ojos compuestos, de mayor tamaño que los ocelos. El que su canto inicie en la Cuaresma tiene que ver con las primeras lluvias entre mayo y junio. Estas gotas de agua hacen nacer a las ninfas (el estado primario de las chicharras), después de que el huevo se ha quebrado en los bosques. La ninfa cae en tierra y se entierra; allí dura hasta que está lista para mudar de piel por última vez. Esta etapa puede durar entre 13 y 17 años. Una gran odisea si se toma en cuenta que sólo vive en estado adulto cerca de un mes, y canta poco antes de morir, pues sólo así podrá dar inicio a un nuevo ciclo de vida.
Ediliana Hurtado
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